La fundación de Instituto Tecnológico de Mérida

Pastor Ramirez Coello (1987) El propósito de esta nota es, ubicar en tiempo y circunstancias la presencia de una obra que, desde su nacimiento está resolviendo serios problemas para la juventud yucateca. En agosto de 1954 un “Boletín Informativo” de la Universidad de Yucatán en relación con los problemas de la Educación en el Estado, señalaba la gravedad de la evasión de jóvenes que salían del Estado hacía la capital de la República y otras entidades en busca de un profesionalismo que no existía, el tecnológico y así mismo del trabajo correspondiente.

En octubre del mismo año platiqué sobre la trascendencia del fenómeno socioeconómico con el C. gobernador del Estado Profesor Víctor Mena Palomo, quien me autorizó tratar de encontrar una solución favorable.

Después de numerosas pláticas con profesionales de diversos niveles sobre el proyecto de levantar un Instituto Tecnológico en Yucatán a mediados de diciembre de 1954, entreviste al C. Ing. Adán Cárdenas, jefe de la Delegación Estatal de la Secretaría de la Reforma Agraria para que me informara sobre la posibilidad de contar con un terreno de 10 hectáreas en Chuburná de Hidalgo.

En razón de circunstancias políticas prevalecientes en el medio, me hizo ver la conveniencia de volver a tratar sobre el particular, hasta después del informe del C. Gobernador del Estado el 31 de enero.

En los primeros días de febrero de 1955, el Ing. Cárdenas me informó que a los ejidatarios de Chuburná se les había quitado originalmente 10 hectáreas de tierras para una unidad avícola. No se les dio compensación alguna. Posteriormente les tomaron otras 10 hectáreas para una unidad porcicola y tampoco fueron compensados.

No obstante esos aconteceres y por razón de su simpatía hacia el proyecto me dijo “Le proporcionaré a usted a 10 topógrafos conocidos en Chuburná, y solicite del C. Gobernador 10 policías que lo acompañen vestidos de paisanos para que vaya usted protegido por 20 guardias.

En mi calidad de director federal de Educación en el Estado, el martes de la semana siguiente platique con los directivos de los ejidatarios para que convocaran a una asamblea general para el jueves a partir de las 18 horas., informándoles sobre la necesidad de las 10 hectáreas para que se levantara el Instituto Tecnológico de Yucatán.

Protegido por 20 guardaespaldas, el jueves me presente a las 18 horas, padres, madres, jóvenes, ancianos y niños, nadie falto a la sesión. Después de haberme insultado hasta el cansancio, me expusieron la condición de que exclusivamente acataban el trato sobre la base de que yo les entregara el documento oficial que garantizara la reposición de las 10 hectáreas. Comprobaba la veracidad del documento firmarían el relativo a la entrega del terreno ejidal bajo su jurisdicción.

Con la anuencia y la ayuda del C. Gobernador, en marzo de 1955 me trasladé a la ciudad de México, D.F. y obtuve audiencia con el secretario de educación, Lic. José Ángel Ceniceros. El trámite de reposición de las 10 hectáreas de tierras (que anteriormente duraba 3 y 5 años), de poder a poder, la SEP y la jefatura del Departamento Agrario, hicieron que me entregaran un documento oficial en la tercera semana de septiembre de 1955.

En una asamblea preparada y sin guardaespaldas, el día 10 de octubre de 1955, hice entrega del documento solicitado de reposición ante la presencia de todo el pueblo de Chuburná de Hidalgo. Con vivas y aplausos y con testimonios de alegría firmaron el documento de la entrega de las 10 hectáreas para el Tecnológico de Yucatán.

Después de todas las investigaciones de rigor, tres ingenieros amigos que no cobraron por su trabajo, como demostración de simpatía hacia el proyecto, elaboraron los planos del futuro edificio que ocuparía el Tecnológico de Mérida.

En la primera semana de febrero de 1956, con la anuencia y ayuda del C. Gobernador, presenté al C. Lic. José Ángel Ceniceros los planos y los presupuestos para la construcción. Costo $12, 000,000.00. Ambos fueron sometidos a consideración del C. Ing. Guillermo Malo Schaffino, director general de Edificios y Construcciones del SEP. Aprobados planos y presupuestos se determinó que la SEP contribuiría con seis millones de pesos y el Gobierno del Estado con los otros seis millones de pesos. De esta suerte, a partir del mes de marzo hasta agosto la SEP, por conducto de hacienda, estuvo situando a Mérida un millón de pesos mensuales.

Ante la imposibilidad de que el Gobierno del Estado aportara ningún centavo, acudí a los CC. Diputados al Congreso Local, a los presidentes municipales, a los sindicatos de cordeleros, ferrocarrileros, electricistas, Alianza y Unión de Camioneros, ladrilleros, magisterio etc., al grado de que hasta los Leones y los Rotarios cooperaron. Nadie nos negó su ayuda y de este modo se cubrieron los otros seis millones de pesos. Administró los fondos el C. Dr. Ernesto Guzmán Jr., como presidente del patronato. Fuimos supervisores de obras y gastos el C. Ing. Amábilis, de Bienes Nacionales y un servidor como director federal de Educación e impulsor de la obra. Esta, estuvo a cargo del C. Ing. Echeverría Castellot, últimamente gobernador de Campeche.

En mayo de 1957 fui ascendido a director general de los Servicios Coordinados de Educación en Tabasco. Esta referencia sirve de marco para informar que la obra no estaba concluida, le hacía falta acabados, mobiliario y laboratorios. Como concluía el gobierno de Víctor Mena Palomo y faltaba un mes para las elecciones en favor de C. Agustín Franco Aguilar, la obra sufrió de parálisis.

Invitado oficialmente a la toma de posesión del C. Agustín Franco Aguilar, el 1 de febrero de 1958, como Gobernador del  Estado. El día 2 de febrero de 1958, en entrevista concedida por el C. Gobernador informé sobre el tiempo transcurrido de paralización de la obra y asimismo sobre lo que hacía falta a las instalaciones del Tecnológico. Gentilmente agradeció la información y se comprometió a concluirla a la mayor brevedad. Fui invitado a la ceremonia de inauguración (18 de enero de 1962) y en ella tuve conocimientos que se invirtieron cuatro millones de pesos para concluirla. Ello significa que el total de inversión fue de 16 millones de pesos.

Los antecedentes proporcionados constituyen la historia fiel del proceso que dio margen a la presencia de nuestro querido Instituto Tecnológico de la Ciudad de Mérida. Este desde su nacimiento ha evitado en cantidad considerable la evasión de jóvenes yucatecos en busca de nuevos horizontes en otras entidades. Acontecimiento que nos llena de satisfacción y orgullo.

El hecho de que en la placa conmemorativa no aparezca mi nombre, no me ofende, por virtud de que como tuve la inmensa fortuna de llegar a funcionario de alto nivel nacional, estoy informado de que en ese género de inscripciones solamente aparecen los nombre de quienes en el momento desempeñan el poder. Par aun servidor, es motivo de satisfacción y orgullo el haber dado cima a la resolución de un problema de enorme trascendencia local.

Formulo mis mejores deseos porque el alumnado tenga conocimiento canal sobre cómo, porque y para qué surgió la creación de Instituto Tecnológico de Mérida.

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