Después de la Catedral, el templo más notable por su elegancia y dimensiones, sin duda alguna, es el Jesús, que disputa una cuadra al norte de la plaza mayor de Mérida. Obra de los jesuitas, en la época de su poder e influencia lleva congio el sello característico de aquella orden famosa tan aplaudida, tan poderosa, tan rica, tan misteriosa y tan perseguida ya al tiempo de su extinción.
La compañía de Jesús fundada S. Ignacio de Loyola en 1534, y aprobada en 1540 el papa Paulo III. Fue su objeto consagrarse a la propagación de la fe católica, a la conversión de los infieles y herejes y a ale educación de la juventud; haciendo, además, el voto de someterse ciegamente a las órdenes y voluntad del romano pontífice.
Establecida en México desde fines del siglo XVI, la gran reputación de la compañía había alcanzado hasta Yucatán, y sus vecinos deseaban con las más vivas veras verla en el país; pero no faltaban algunos obstáculo el menor la falta de fondos para sostener a los padres. Sin embargo en el año de 1604, se pensó seriamente en realizar aquel designio; y para conseguirlo escribió el cabido secular al padre provincial residente en México, pidiéndole por carta de 12 de octubre, enviase algunos sujetos para la fundación de un colegio. Vinieron en efecto al siguiente año de 1605 los padres Pedro Días y Pedro Caldera y la ciudad les hizo un recibimiento magnifico cual se hacía a los obispos y capitanes generales. Los arbitrios creados no fueron suficientes, y los fundadores se volvieron a México, hasta que en el año de 1618, habiendo dejando el capitán Martín de Palomar sus casas principales, varios solares y un capital de veinte mil pesos, destinado todo para su fundación del colegio y construcción de la iglesia y la vivienda, se llevó a efecto la proyectada idea, construyéndose el colegio de San Javier en el local que hoy ocupan el palacio de la asamblea, la calle del congreso y el coliseo. (El antiguo congreso del Estado, el Callejón del Congreso y el antiguo Teatro Peón Contreras que existió en el mismo lugar del actual)
Los jesuitas que llegaron a efecto la obra, según refiere Cogolludo, fueron los PP. Tomas Domínguez rector, Francisco de Contreras predicador, Melchor Maldonado maestro y Pedro Menan portero. Dioseles posesión en dicho año por el obispo D. Fr. Gonzalo de Salazar y el gobernador D. Francisco Ramírez Briseño. Erigiéndose una escuela de primeras letras, otra de gramática, otra de casos de conciencia, otra de filosofía y otra de teología. Más adelante, por fundación particular se erigió una cátedra de cánones que regenteo el célebre P. Alegre veracruzano. Tuvo universidad este colegio en virtud de una bula de Pio IV, fecha en Roma a 19 de agosto de 1561, por la cual se concedió facultad al propósito general de la compañía para que por sí, o por medio de los rectores de los colegios, otorgándose grados mayores y menores, cuyo privilegio fue aceptado por una real cédula fechada en S. Lorenzo a 5 de septiembre de 1620. Muchos de nuestros personajes eclesiásticos del siglo pasado recibieron sus grados en esa universidad, y el colegio subsistió en un regular pie de enseñanza hasta la expulsión de jesuitas, el 6 y 7 de junio de 1767 siendo gobernador D. Cristóbal de Zayas.
Al principio la iglesia del Jesús fue pequeña y mal construida; pero a fines del siglo XVII, con el auxilio del vecindario, los jesuitas edificaron el hermoso templo que hoy existe, y cuya vista exterior representa la adjunta litografía. El Jesús es un Mérida lo que en México y Puebla son los soberbios templos de la Profesa y la Compañía: la iglesia más amplia, sólida y elegante después de la catedral. Sus proporciones están perfectamente calculadas; y las dos corpulentas torres que decoran la fachada, son evidentemente de una arquitectura más bella y perfecta que las de la catedral. En cuanto a los altares son del gusto antiguo y ninguna mejora ha recibido desde su construcción hasta la fecha.
Al tiempo de la expulsión de los jesuitas, cerraron la iglesia y el colegio de San Javier. Así estuvieron hasta el año de 1774, en cuyo transcurso de tiempo sufrieron bastante deterioro. Se pensó en trasladar allí el hospital de pobres, en razón de ser entonces sumamente pequeño e incómodo el que existía; pero no tuvo efecto la idea en virtud de las representaciones del padre prior de S. Juan de Dios Fr. Blas de León Galera. La junta municipal de temporalidades, compuesta de los Sres. Dr. D. Agustín Francisco de Echano vicario capitular, Dr. D. Domingo de la Rocha asesor de gobierno, Lic. D. Estanislao del Puerto regidor, y D. Juan Esteban Quijano procurador general, determino en 20 de junio de 1774, que la parroquia de morenos y pardos que existía en la iglesia de Jesús María, se trasladase al templo de los jesuitas, destinándose el colegio para seminario de corrección de clérigos, siendo el cura su director; y así subsistió hasta el año de 1822, en que se extinguió esta parroquia pasándose a la iglesia la tercera orden de penitencia.
El edificio se habría reducido, sin duda al triste estado que hoy conserva el vasto convento capitular de los franciscanos, si en el año de 1823 el general del colegio, la inmensa sacristía y las piezas adyacentes no se hubieran ocupado para el congreso constituyente. Abrióse una ancha calle, y la parte del norte del colegio se vendió para construir el coliseo, en 1830, existiendo hasta hoy varias piezas de bóveda que prueban la solidez y gusto con que edificaron los jesuitas.
Campeche 5 de abril de 1846.
José Turrisa
Según las investigaciones del Dr. Jorge Victoria Ojeda, el nombre de «El Jesús» lo heredó de la Parroquia para la población de color titulada así y que se encontraba en la Calle 59 entre 62 y 64. Al trasladarse las funciones de la parroquia a este templo, se le empezó a conocer como “Jesus”. Posteriormente se le conoció por nombre de «Tercera Orden» por haber albergado a la Tercera Orden de San Francisco. Aunque como quizá esté enterado, fue construido en el siglo XVIII por la Compañía de Jesús, por lo que probablemente estuviera dedicado a San Ignacio de Loyola, fundador de la orden.
Los edificios a los que se refiere el maestro don Justo Sierra O’Reilly, bajo el seudónimo de José Turrisa, en el último párrafo fueron demolidos en 1900 cuando se inicio la construcción del nuevo Teatro Peón Contreras. En 1915, el templo fue incautado y sus retablos destruidos, en el año de 1920 el templo se devolvió al culto y poco después se iniciaron las tareas de la reconstrucción del templo, cuyas pinturas estuvieron a cargo del hermano jesuita Manuel Tapia.