El florecimiento de la industria henequenera transformó la arquitectura de Mérida a finales del siglo XIX. Se empezaron a construir en la ciudad grandes palacetes de inspiración europea. La elite yucateca de la época se influenciaba de la fascinación que sentía el régimen porfiriano por la arquitectura del viejo continente.
Dentro de este contexto de bonanza económica para el estado arribaron a la ciudad artistas europeos que se convirtieron en el fetiche de la elite yucateca. Muchos de ellos serían participes de las grandes obras que se desarrollarían en Mérida por aquellos años; principalmente el Teatro José Peón Contreras, el Palacio del General Francisco Cantón y algunas residencias de Paseo de Montejo, el cual se encontraba en pleno desarrollo por aquellos años.
El matrimonio formado por el hacendado Don Manuel Medina y Doña Concepción Rodríguez emprendió las labores de construcción de su residencia en un predio propiedad de esta última en la calle 59 entre 52 y 54 del barrio de la Mejorada. Aquella calle, también llamada Porfirio Díaz, era por aquellos años una señorial vía en la que se empezaban a construir bellos palacetes.
Para la realización de este proyecto hicieron venir a Mérida al marmolista y escultor italiano Almo Strentta quien radicaba en la Ciudad de México desde principios de la década de 1890 quien desarrollaría los planos de la residencia de los Medina. La señora Concepción Rodríguez realizó los trámites pertinentes para iniciar la obra en mayo de 1898, la cual concluiría alrededor del año de 1905.
La casa, de corte neoclásico, inicia con el rompimiento del paradigma sobre los jardines en la ciudad, pues fue diseñada con un pequeño espacio para ornamentación vegetal al frente de la propiedad, cosa poco usual en Mérida. Más tarde, la obligatoriedad de que las casas tuvieran jardín se haría reglamento y sería reproducido en las Avenidas Reforma y Paseo de Montejo.
El interior de la casona se distingue por el amplio patio central que se encuentra rodeado por amplios corredores levantados por columnas corintias que dan acceso a las habitaciones, las cuales están bellamente decoradas con motivos neoclásicos. Los relieves de los techos están cubiertos por ángeles y querubines que se diferencian en cada una de las habitaciones que conforman la residencia.
Almo Strentta residiría en Mérida, al menos hasta 1906, cuando realiza para el mausoleo de la familia Medina la obra conocida como “La Dama Triste” en memoria de don Álvaro Medina, la cual está basada en la obra Raffaello Pienovi y que se convirtió en uno de los más notables monumentos del Cementerio General de Mérida. También realizó la casa que se encuentra justamente frente a la residencia Medina Rodríguez, la cual perteneció a Lucrecia Medina. En los años veinte, Strentta fijaría su residencia en Cuba.
El matrimonio Medina Rodríguez habitaría la casa hasta el final de sus días y la heredarían a sus descendientes. La última en residir en aquella magnifica casona sería doña Lucrecia Medina de Bolio. En 1958 Don Tuffic Charruf Baduy, adquiere la casa para convertirla en un hotel. El empresario de origen libanes había sido el artífice de la construcción del Cine Mérida en 1949, el cual representaba un gran avance para la época.
Don Tuffic tuvo una mente visionaria en cuanto a la construcción de su hotel, pues mantuvo la casa original para que fuese el acceso principal, lobby y bar, cuando por aquella época era muy común que aquellas casonas consideradas “inservibles” o “viejas” fueran demolidas sin ninguna clase de miramientos para dar paso a modernos pero insípidos edificios.
El encargado de desarrollar las obras del hotel sería el ilustre arquitecto yucateco Carlos Castillo Montes de Oca, quien es reconocido por haber realizado las obras de transformación del Palacio Municipal de Mérida y del edificio de la Universidad de Yucatán. También por la construcción del Edificio La Nacional y de muchas de las casas que se construyeron entre los años cuarenta y sesenta en la ciudad blanca.
Así, entre 1959 y 1962 se elevó el hotel sobre el cielo de Mérida, siendo uno de los primeros edificios de gran altura que se edificaban en la ciudad. El hotel se inauguró el 19 de Junio de 1962 en un evento presidido por el gobernador del estado Agustín Franco Aguilar. El hotel presumía el saber combinar modernidad con tradición.
Contaba el hotel con todos los adelantos de la época; teléfono, baño y aire acondicionado. Compuesto por 110 cuartos confortables para recibir al creciente turismo que arribaba a la capital de Yucatán. El hotel sería denominado Panamericano por estar arrendado a la empresa norteamericana Panamerican Hotels Corp. S.A. de. C.V.
A más de cincuenta años de inaugurado, el Hotel Panamericano, ahora bajo la administración de los Hoteles Misión, sigue siendo un referente para los turistas que visitan Mérida.