A continuación, un resumen de la mesa 4 del Coloquio denominado «Liberalismo Republicano en Yucatán. De Manuel Cepeda Peraza a Carlos Peón Machado» realizado el 9 y 10 de noviembre del año 2023.
La primera ponencia la presentó el L.H. Sergio Ceballos Castillo (FCA-UADY) y llevó por título “La construcción de un héroe liberal, 1869-1926”. El trabajo se centra en el largo y polémico proceso de construcción en el espacio público de la figura del Gral. Manuel Cepeda Peraza como benemérito del Estado republicano. Como miembro de la segunda generación de liberales decimonónicos, Cepeda Peraza destaca por ser el líder militar juarista quien derrotó a los ejércitos imperialistas de Maximiliano, además de asumir el gobierno estatal en julio de 1867, inmediatamente después de la debacle de la monarquía. Con su gobierno (1867-1869) se inició la reconstrucción del proyecto republicano que implicó la creación de instituciones civiles de gobierno, legislativas y educativas (como el Instituto Literario de Yucatán), que marcaron junto con la aplicación de las leyes de Reforma, la relación Estado e Iglesia en la entidad hasta entrado el siglo XX. Sin embargo, narra en su trabajo Ceballos, pese a que al Gral. Cepeda Peraza recibió el título de “Benemérito” el año 1869, la ejecución del decreto (incluida la instalación de una estatua) se concretó el año 1896 bajo el gobierno del gobernador Carlos Peón Machado, figura ilustrada y anticlerical del grupo republicano local a quien Díaz confío gobernar en 1894. La construcción de Cepeda Peraza como figura destacada del “panteón liberal” no fue inmediata, toda vez que al momento que asumió Porfirio Díaz la presidencia de México, los grupos políticos yucatecos que fueron su base de apoyo, eran precisamente anti-liberales o ex simpatizantes de la monarquía y sectores clericales con incidencia en espacios e instancias públicas ejecutivas y legislativas. Tuvieron que transcurrir 27 años para que un miembro de la tercera generación de liberales republicanos y ejerciendo el cargo de gobernador (Peón Machado), materializara y fortaleciera la figura histórica de Cepeda Peraza. Gran parte de las disputas para a construcción de la figura heroica del militar, apuntó Ceballos, se dio en el espacio público.
La segunda ponencia correspondió al Dr. Jorge Victoria Ojeda (CIR-UADY) quien presentó el trabajo “Las fiestas presidenciales de 1906 en Mérida”. El trabajo, fundamentado en una investigación previa (2010), reveló interesantes aspectos políticos, sociales, culturales y simbólicos que enmarcaron la visita del presidente Díaz a Yucatán a principios del año 1906, cuando la entidad ya estaba dominada por el molinismo. Con profusión de imágenes rescatadas de fotografías de época como de medios escritos, Victoria Ojeda muestra la voluptuosidad económica y simbólica que se desplegó para recibir en la entidad al poderoso y autoritario presidente Díaz. Entonces ya llevaba en la presidencia de México casi tres décadas, razón por la que en algunos de los varios arcos conmemorativos que se montaron en diversos puntos y esquinas del centro de Mérida, destaca el paralelismo que se montó de la persona del militar oaxaqueño con por ejemplo “rostros de deidades prehispánicas”. Con la pompa y adornada recepción de la figura y personalidad de Porfirio Díaz (arcos triunfales de hacendados, comerciantes, de colonias extranjeras y demás), se reveló el trato de “deidad todopoderosa” que los grupos económicos y políticos más consolidados o hegemónicos dieron al dictador en el espacio público, nexo del que obtuvieron enormes privilegios y beneficios. Fue el caso de Olegario Molina Solís y su familia quienes, por entonces, ya dominaban la política de precios y financiera de la fibra de henequén, en detrimento de otros grupos de hacendados y comerciantes quienes ya no gozaban de los favores presidenciales; como se sabe, Olegario Molina fue nombrado ministro de Fomento por Díaz poco después de la visita a Yucatán. Cabe agregar que, entre otros detalles importantes de la visita de Porfirio Díaz, existen testimonios contradictorios respecto de la actitud del exgobernador Peón Machado (quien renunció como gobernador en 1897) pues, mientras La Revista de Mérida reportó que él y su grupo “hicieron acto de presencia en el recibimiento al presidente Díaz”, reportes militares de inteligencia informaron al dictador que “Carlos Peón no estuvo presente en ninguna de las reuniones ni festejos” organizados con motivo de su estancia en la entidad.
La tercera ponencia llevó el título de “Muerte, testamento y tumba de Carlos Peón Machado” del Mtro. Israel Cetina Nahuat. El autor expuso que durante el proceso de investigación para la redacción del libro sobre Carlos Peón Machado (2023), saltó la duda sobre la ubicación, características y dimensiones de su tumba. Carlos Peón falleció el año 1923 en su casa del centro de Mérida. La propiedad fue epicentro de muchas decisiones políticas y culturales, y en ella se preservan cuadros de pintores franceses que evocan el gusto refinado por las bellas artes. Sabiendo que era ateo, masón y anticlerical, era de suponer que la elección del lugar de descanso para sus restos no sería lo comúnmente practicado, ya sea en la capilla de su hacienda o en algún mausoleo del cementerio general rodeado de ángeles, crucifijos y demás pompa católica. La localización del acta de defunción dio una pista excepcional para ubicar la tumba en el cementerio de su hacienda Temozón, sin embargo, no se encontraron elementos suficientes para identificarla con precisión. El testamento seguía resultando de peculiar interés, suponiendo que en él habría alguna mención de la ultima voluntad de Carlos Peón que diera pistas sobre su idea de la muerte. Si bien éste no hace ninguna mención del destino de su cadáver al morir, sí da una idea de la mentalidad ilustrada del exgobernador al encontrarse entre el avalúo de sus bienes obras de artistas como Rembrandt, Goya, Rubens y Poorter, especialmente aquellas alusivas a Las tres Gracias o Las Cárites. Hay que considerar que Peón Machado realizó cuatro viajes al viejo continente como también a norteamérica, experiencias que sin duda abrieron aún más su horizonte personal como liberal ilustrado.
Tomando en cuenta que tras adquirir la hacienda Temozón Sur él se encargó de remodelarla casi por completo, su mentalidad ilustrada también se podría apreciar al centrarse en analizar e interpretar el trazado y disposición del cementerio de la hacienda (hoy del municipio), ya que el frontispicio posee elementos arquitectónicos que emulan al Panteón de Agripa (Roma); este, como se sabe, incluye una amplia calzada y una rotonda, cuya distribución espacial mirados en conjunto con el acceso al cementerio parecen emular la Piazza della Rotonda, sin pasar por alto que en el mismo cementerio existe un conjunto de criptas construidas en similitud con los columbarios romanos. Las criptas de Temozón tienen una antigüedad próxima a los cien años y coinciden con el tiempo de defunción de Peón Machado. La dificultad para acceder a información biográfica del personaje hace que solo podamos apoyarnos en lo dicho por Hernán Menéndez Rodríguez (1995 y en ensayos subsecuentes en el Suplemento Unicornio), quien tuvo en su posesión la biblioteca del líder del Partido Liberal Yucateco ya que en ella se podrían localizar una cantidad diversa de lecturas sobre ciencia, filosofía, literatura y arte, propios de un autodidacta como fue Carlos Peón Machado. Como punto relevante de su inclinación intelectual, cabe recordar que realizó en Mérida estudios de leyes e ingeniería hacia mediados de la década de 1860. Por lo tanto, yendo detrás del destino de su cadáver hemos podido aproximarnos un poco más a su mentalidad ilustrada. Finalmente, tal como se ha observado por estudios recientes sobre Carlos Peón Machado, será la consulta de su archivo o biblioteca personal la que dará mejores pistas sobre el pensamiento de un personaje quien terminó apoyando la Revolución Mexicana.