“El Parque de los borrachos» es el nombre por el que usted quizá pueda ubicar a este parque enclavado en el área comercial del centro de la ciudad. El popular nombre lo ha ganado porque desde hace ya muchos años ha sido punto de encuentro de bebedores consuetudinarios, principalmente en las madrugadas. Esta imagen no ha sido borrada pese a las remodelaciones, la última importante en 2012.
ANTES DEL PARQUE
Este punto fue parte de la Campaña de San Benito, que abarcaba desde el poniente, donde hoy se encuentra la calle 56ª hasta donde se encuentra los portales de la pescadería. De norte a sur se delimitaba por la calle 65 hasta la 69, en el medio se encontraba la Ciudadela de San Benito construida hacia 1669.[1] Entre 1789 y 1790 el gobernador, capital general e intendente D. Lucas de Gálvez edificó la Alameda de la ciudad, en parte de lo que fue la campaña. El espacio que ocupa el Parque Eulogio Rosado y la calle 65 formaban la glorieta poniente de dicho paseo dónde según Gerónimo Castillo entre los años de 1815 y 1816 se instaló una escultura en honor de Fernando VII con una verja de fierro. La escultura fue arrastrada hasta lo que hoy es el cruce de la calle 65 por 42 y colocada en el techo de una casa; conocida desde entonces como “El Monifato”.
Según el Dr. Luis Millet, en el cruce de lo que hoy es la calle 65 y 56 existió uno de los arcos que delimitaban la ciudad y que fue construido a expensas del coronel Juan Quijano quien era dueño de las casas al sur de lo que hoy es la calle 65 entre 58 y 56. Arco que fue derribado por un rayo en 1783[2]. En diciembre de aquel año don Juan Antonio de Elizalde solicitó al ayuntamiento le permitiese construir en la parte trasera de su casa, la que miraba al oriente de la Campaña de San Benito unos portales similares a los que se construían en la Plaza Principal de la ciudad. Estos portales formados por 12 arcos estuvieron en lo que hoy es el poniente del Parque Eulogio Rosado.[3]
La Alameda cayó en desuso en último cuarto del siglo XIX. Según escribía la Revista de Mérida en 1875, se había convertido «en un asqueroso muladar«[4]. El Reglamento de Policía de 1870 establecía “Los vendedores de sombreros y zapatos se situarán en la Glorieta de la Alameda que se halla frente a los portales del mercado de maíz, los de cofres y hamacas en el portal hacia el norte, y los de alhajas en el portal que se halla al Poniente de dicha alameda”[5]
EULOGIO ROSADO
En 1847 estalló el conflicto social conocido bajo el nombre de la Guerra de Castas, el pueblo maya se levantó en armas contra los siglos de opresión, primero de las autoridades coloniales y tras la independencia de sus herederos. El Gobierno Yucateco enfrentó por casi cincuenta años la amenaza de los mayas del oriente de la península, y de aquella lucha emanaron “héroes” gobiernistas, uno de ellos es Eulogio Rosado.
El año en que inició la guerra social, el coronel José Eulogio Rosado era jefe político y militar del departamento de Valladolid y fue enterado a través de informantes de las intenciones de sublevación en Cumumpich y Chichímila. Rosado se encaminó hacia Chichimilá donde detuvo a Manuel Antonio Ay señalado como líder del movimiento, este fue sentenciado a muerte y el acto verificado en la plaza de Santa Ana en Valladolid el 26 de julio de aquel año. Según el relato de Eligio Ancona el cadáver fue expuesto en medio del pueblo del cual era originario.[6] Desde entonces Eulogio Rosado se dedicó a combatir a los indígenas sublevados. Antes de este conflicto, Rosado había sido parte en la Revolución iniciada por Santiago Imán en el oriente de la península en contra del centralismo, desembarcó en mayo de 1840 para dar el último golpe a aquel sistema que aún se defendía en la ciudad de Campeche.[7] En 1842 fue nombrado jefe de la primera división por el gobernador Miguel Barbachano durante la defensa del federalismo.
Mientras tanto a nivel nacional el país intentaba reconstruirse tras el trauma de haber perdido la mitad del territorio en el conflicto con Estados Unidos, tras el fracaso de los liberales por restablecer el orden, el partido conservador invitó a Antonio López de Santa Anna regresar a la presidencia, hecho que se concretó en abril de 1853 promulgando la bases para la administración de la república bajo una administración centralista, aquel fue el último periodo de quien fue nombrado Su Alteza Serenísima, y concluiría en 1855 con el triunfo de la revolución de Ayutla.[8]
En Yucatán, el dictador designó a Rómulo Díaz de la Vega como Gobernador y Comandante General. El 17 de septiembre de 1853 los oficiales de la guarnición del oriente se rebelaron en Valladolid en contra del sistema centralista. En opinión de los rebelados, el regreso al federalismo sería clave para acabar con la sublevación indígena, aunque el fin último era llevar Miguel Barbachano de vuelta al gobierno del estado[10], por lo que este y ocho de sus colaboradores fueron encerrados en la ciudadela de San Benito.
Lidereaban esta revolución del oriente los coroneles Sebastián Molas y Manuel Cepeda Peraza, el gobierno de Díaz de la Vega ofreció 500 pesos a quien entregará a los cabecillas.[11] El movimiento logró ocupar Mérida el 27 de septiembre de 1853. De la Vega solicitó que la brigada al mando de Eulogio Rosado, leal al gobierno, que se encontraba en el sur del estado abandonará su posición en el conflicto contra los mayas y se dirigiera a Mérida, en conjunto con la fuerza enviada de Campeche llegando a la ciudad por varias direcciones el 4 de octubre obligando a los sublevados a emprender la huida. Mérida enfrentó otro problema, la colera que había sido introducido por los rebeldes del oriente[12] y que se propagó con rapidez por la capital yucateca.[13] Molas fue arrestado en Izamal y pasado por las armas, Cepeda Peraza consiguió escapar. A finales de octubre de 1853 el coronel Eulogio Rosado murió en Izamal víctima del cólera morbo[14]. Para honrar la memoria del coronel, se dispuso que la brigada que llevaba su nombre lo mantuviera.[15] Los generales, jefes y oficiales yucatecos organizaron una colecta de donativos para disposición de la madre e hijos de Rosado.[16]
LOS HÉROES
El 30 de junio de 1869, tras la caída del Segundo Imperio, el Congreso del Estado declaró beneméritos del estado “por sus eminentes servicios en la Guerra de Castas” al general Sebastián López de Llergo, al señor Miguel Barbachano y a los coroneles José Dolores Cetina, José Dolores Pasos, José Eulogio Rosado, Tomás Peniche Gutiérrez, Sebastián Molas, Agustín de León y Lázaro Jesús Ruiz. El decreto establece en su artículo segundo que dichos nombres se inscribirán en letras de oro en el salón de sesiones de la legislatura.[17] En abril 26 de aquel mismo año se había decretado el acuerdo que nombraba al general Manuel Cepeda Peraza benemérito del estado entre los artículos del decreto se solicita un monumento y que su nombre sea inscrito con letras de oro en la legislatura. Desconocemos si los nombres de los primeros alguna vez estuvieron en el salón legislativo, hasta la fecha el nombre de Cepeda Peraza permanece en el mismo. [18]
A principios de marzo de 1883 los Sres. Manuel Pinelo e hijo, Faustina Gonzalez Gutiérrez de Aznar y Ramón Aznar solicitaron al ayuntamiento el permiso para hacer por su cuenta algunas mejoras a la “Plazuela de las Sandías”, esto para evitar que el terreno se enajene y se construyan edificios afectando al comercio de la zona, principalmente los suyos. Manuel Pinelo era entonces regidor del Ayuntamiento de Mérida, por lo cual tuvo que retirarse del salón de sesiones durante la discusión de la petición la cual fue aceptada e incluso el ayuntamiento entregó las rejas que habían sido retiradas de la Plaza de la Independencia para el ornato de la plazuela de la ex – alameda. Se extendió la escritura disponiendo que los solicitantes no podrán hacer otro uso de la plazuela, que los gastos correrían por su cuenta y que tendrían cuatro meses para iniciar las obras y cuatro para concluirlas.[19]
El 20 junio de ese mismo año se eligió para el parque el nombre del coronel Eulogio Rosado.[20] Probablemente la intención original era tributar mediante un monumento a los héroes gobiernistas de la Guerra de Castas, deseo expresado desde mucho antes, incluso a la Emperatriz Carlota.[21] ¿Por qué Eulogio Rosado? Sobre todo, considerando que por ejemplo el general Sebastián López de Llergo tenía una jerarquía mayor y que se distinguió en varios episodios de la península incluido la Guerra de Castas y la defensa del gobierno de Rómulo Díaz de la Vega; en aquella época ni siquiera se había construido el Monumento a Cepeda Peraza[22] Lo que probablemente terminó de inclinar la balanza a favor del coronel fue que en el momento de la construcción del Parque, gobernaba el estado el general Octavio Rosado, uno de los hijos del coronel que tras la muerte de su padre había sido enviado a la Ciudad de México a estudiar en el Colegio Militar del cual egreso en 1857; participó en la Guerra de Reforma, defendió la república durante la intervención francesa e incluso fue condenado a muerte y perdonado por Maximiliano. Libró batallas en Puebla, Guadalajara y Guanajuato donde residió por más de diez años.[23]
En el juego de las alternancias en el gobierno del estado durante el porfiriato, la elección del general Octavio Rosado daba estabilidad al no tener compromisos con ninguna camarilla local, pues, aunque era yucateco había dejado la península treinta años atrás.[24] El cabildo de la ciudad de Mérida aprovecho la oportunidad para congraciarse con el recién llegado gobernador con un tributo a su padre, aprovechando la oportunidad de hacerse este con recursos de particulares. La inauguración se realizó el 6 de enero de 1884[25], presidiendo la plaza una estatua de Atenas de la casa de decoración J. W. Fiske & Company originaria de Nueva York, en el pedestal «A los Héroes de la Guerra de Castas», de espaldas «Parque Eulogio Rosado 1883» . Según Montejo Baqueiro, el parque fue punto de encuentro para comerciantes del interior del estado que llegaban a la capital para vender sus productos. Los arcos de Elizalde albergaban vendedores de talabartería, cuero y cofres; en el fondo del parque la cantina «El Rincón». El 12 de marzo de 1921 un incendió devoró los portales que rodeaban al parque, al norte se consumió el edificio de dos pisos que albergaba en sus portales la casa Pinelo y en la parte superior el «Hotel Alameda». Al mediar el siglo se abrió en el fondo la calle nueva, pasaje comercial que une a la calle 56 con 58 desde el fondo del parque.
Han pasado 136 años desde la inauguración del parque que honra a los héroes blancos de la guerra de castas, los valores que motivaron su edificación caducaron hace mucho. Aunque su conservación debe garantizarse como documento de una historia que no se debe olvidar, bien valdría la pena edificar un monumento que honre la memoria indígena en la Guerra de Castas en Centro de la Ciudad. Seguro que sería un tema que causaría polémica por transformar el espacio, pero ¿Cuántas alteraciones no ha tenido el centro histórico por puro interés comercial y/o capricho de autoridades inconscientes de lo que representa el centro histórico? una modificación bien planteada si esta fuera para reivindicar a los héroes de la cultura madre de nuestra península, sería un acierto.
[1] Millet Cámara, L., & Suárez Molina, V. (1985). Estampas Meridanas. Mérida: INAH – Maldonado Editores. pág. 12
[2] Millet Cámara, L. (8 de enero de 1984). Los Arcos de Mérida. Diario de Yucatán, pág. Tercera Sección.
[3] Millet Cámara, L., & Suárez Molina, V. (1985). Estampas Meridanas. Mérida: INAH – Maldonado Editores. pág. 11
[4] La Revista de Mérida, 18 de Julio de 1875.
[5] La Razón del Pueblo, 5 de agosto de 1870
[6] Ancona, E. (1880). Historia de Yucatán (Vol. IV). Mérida: Imprenta de M. Heredia Argüelles. Págs. 21 -30
[7] Ancona, E. (1880). Historia de Yucatán (Vol. III). Mérida: Imprenta de M. Heredia Argüelles. Págs. 378
[8] Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. (11 de noviembre de 2014). La dictadura. El último gobierno de Antonio López de Santa Anna. Obtenido de Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México: https://inehrm.gob.mx/es/inehrm/La_Dictaduta_El_ultimo_Gobierno_de_Antonio_Lopez_de_Santa_Anna
[9] El Universal, periódico independiente. Jueves 6 de octubre de 1853.
[10] A. Lanz, M. (1905). Compendio de Historia de Campeche. Campeche: El Fénix.
[11] El siglo XIX, miércoles 26 de octubre de 1853
[12] El regenerador. 29 de noviembre de 1854. Año II.
[13] Ancona, E. (1880). Historia de Yucatán (Vol. IV). Mérida: Imprenta de M. Heredia Argüelles. Págs. 339 – 345
[14] El Universal Periódico Independiente. 5 de noviembre de 1853. Tercera Época. Tomo X. No. 97.
[15] Boletín Oficial. 5 de noviembre de 1853. Núm. 25.
[16] Boletín Oficial. 3 de noviembre de 1853. Núm. 23
[17] Ancona Castillo, E. (1884). Colección de leyes, decretos, órdenes y demás disposiciones de tendencia general expedidas por el Poder Legislativo del Estado de Yucatán, formada con autorización del Gobierno (Tomo Tercero). Mérida: El Eco del Comercio. Pág. 361 – 362
[18] Ibidem. Pág. 326 – 327
[19] Actas de sesiones celebradas por el Ayuntamiento de Mérida en el año de 1883
[20] Le Trait d’Union. 7 de agosto de 1883.
[21] Archivo General de la Nación/ Instituciones Gubernamentales: época moderna y contemporánea/ Administración Pública Federal S. XIX/ Gobernación Siglo XIX/ Segundo Imperio. (136)/ Caja 46/
[22] Rasgo biográfico del General D. Sebastián López de Llergo y Calderón: General en Jefe de las tropas de la península yucateca, en los años de 1840, 1842 y 1848.
[23] E. López Alfonso. Apuntes biográficos del General Octavio Rosado.
[24] Pérez Domínguez M. (2011) “Las razones de la alternancia” México. Instituto Mora. Págs. 120 -130
[25] AGEY. La Jefatura Política de Mérida invita a la inauguración del Parque Eulogio Rosado.
Hubo héroes por ambos bandos. Cada quien defendió su posición. Pero la historia la escriben siempre los vencedores, así que me parece muy adecuado este relato imparcial de la historia y de los motivos de la denominación de dicho parque.