¿Parque Hidalgo o Parque Cepeda Peraza? ¿Cómo le conoce usted? Existe ambigüedad sobre el nombre de la plazuela que se encuentra en el cruce de la calle 60 con 59, la cual existe desde tiempos de la primera traza de la ciudad. El primer nombre con el que seguramente se le conoció, o por lo menos el primero del que se tiene memoria, fue el de “Plazuela del Jesús” por la cercanía con el templo jesuita fundado en el siglo XVII.
Según recogió el arqueólogo Manuel Cirerol Sansores en una entrevista al Dr. Ramón Espadas y Aguilar publicada en 1957, el parque comenzó a ser llamado Hidalgo por motivos que nada tienen que ver con el Padre de la Patria. Este nombre surgió alrededor de 1847 cuando inició el conflicto que se conocería como la Guerra de Castas el cual duraría más de cincuenta años. En aquel entonces, existía un cuartel aledaño a las Casas Reales (hoy desaparecidas pues dieron paso al Palacio de Gobierno), en el espacio donde hoy se encuentra el Teatro Daniel Ayala; en ese cuartel se encontraba un grupo de indígenas mayas que luchaban del lado de los blancos a quienes se les denomino Hidalgos, lo que en la heráldica significa el grado de menor de nobleza. Estos “Hidalgos” realizaban ejercicios en la plazuela por lo que la gente empezó a llamarle “Parque de los Hidalgos” que con el tiempo mutó para terminar en “Parque Hidalgo”.
A principios de la década de 1870 el gobernador Manuel Cirerol y Canto (1870 – 1872) transformó la plaza en un bello parque con fuente, bancas y enverjado, todo de importación; con ello se le adjudico el nombre Parque Central. La exploradora Alice Dixón conoció el parque y le llamó “el más bello rincón de Mérida”, en aquel entonces la banda de música, dirigida por José Jacinto Cuevas, tocaba en el parque. En mayo de 1877, se decidió nombrar los parques de la ciudad con nombre de la historia nacional; así se le asignó a nuestro protagonista el nombre de Parque Miguel Hidalgo, seguramente para relacionarlo con el nombre por el que ya era conocido.
El 26 de abril de 1869 se emitió el decreto de erección del monumento en memoria del héroe republicano Manuel Cepeda Peraza, mismo que se cumplió hasta el año de 1896 durante el gobierno del liberal Carlos Peón Machado según lo indica la placa al pie de la estatua. Desde entonces, cada 3 de marzo se realiza un homenaje al general y fue también entonces que empezó la ambigüedad del nombre, ¿Hidalgo o Cepeda Peraza?; si tuviéramos que nombrarlo por el oficial, este sería Parque Hidalgo, pues las autoridades lo designaron así en 1877 y desde entonces no ha habido un cambio de nombre, pese a que el monumento central no es dedicado al prócer a quien está dedicado al parque, aunque en el decreto de zona de Monumentos, se menciona al parque como «Cepeda Peraza». Esto de la oficialidad es relativo, y aunque en este caso si es comúnmente denominado Hidalgo, hay otros casos donde ni por asomo resulta familiar el nombre oficial; si me refiriera al parque de la Libertad es casi imposible que usted pueda deducir que se trata de la plaza de la Mejorada por ejemplo.
Por aquellos albores del siglo XX, se fundó en el costado sur de la plaza el Gran Hotel, el cual fue el primer edificio construido para funcionar como hotel con todos los lujos de aquella época. A izquierda del hotel, se encuentra el Teatro Fantasio inaugurado en 1952 y donde nació la estrella de algunos de los más importantes actores regionales. Los últimos vestigios del Convento de los Juaninos fundado en el siglo XVI se encuentran en el hotel contiguo. Ya hacia el oriente está el edificio que fue casa de Rodrigo Flores de Aldana, gobernador e intendente de Yucatán en 1662; este fue el primer edificio de dos pisos que hubo en la ciudad y también fue sede del club social la Unión, a principios del siglo XX fue modificado a su estado actual con características de art nouveau.
El parque Hidalgo fue el favorito de los estudiantes, pues desde finales del siglo XIX se estableció en lo que fue el Colegio de San Pedro, lo que actualmente conocemos como edificio central de la UADY, el Instituto Literario. A esta juventud se sumó en los años treinta el público del Cine Cantarell, y el Teatro Principal. El Instituto Literario se transformó hasta convertirse en la actual Universidad Autónoma de Yucatán, que con los años fue desplazando sus facultades fuera del centro de la ciudad acabando con la algarabía estudiantil; los cines cerraron sus puertas al finalizar el siglo XX, también se fueron los parroquianos del famoso Café Express, con todas estas migraciones se fue parte de la vida del parque dejándole para los transeúntes y turistas.
El parque continua siendo uno de los rincones más bellos de Mérida, aunque ha sufrido agravios en su monumento principal el cual fue despojado de los jarrones que coronaban las balaustradas y en los ochenta se realizó una pésima intervención destrozó parte del mármol de carrara que le rodeaba para colocar el adoquín, mal llamado francés, que fue retirado en 2010 para dejarle una plancha de concreto. Desafortunadamente, nuestro querido parque ha sido contagiado por el mal de los tianguis, que sin control invaden espacios que deberían ser públicos.
Bonito e ilustrativo artículo. Gracias por su trabajo